Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

03 septiembre, 2010

Alquimistas españoles

Entre todas las disciplinas herméticas la alquimia era considerada la más digna, la más noble: el alquimista tenía, en cierto sentido, “el poder” de crear, de transformar una sustancia en otra. La alquimia era a la vez una técnica y una mística. Durante el siglo XVI, el desarrollo de la química se ve impulsado por los estudios mineros y metalúrgicos.
Importantes personalidades se sintieron atraídas por los quehaceres alquímicos: el arzobispo de Toledo, Alonso de Carrillo, gastó mucho dinero durante largo tiempo “procurando “fazer oro e plata”;  Felipe II fue un entusiasta de la alquimia; más tarde, Felipe IV también recurrió a estos saberes.
A pesar de todo la alquimia siempre tuvo una mala reputación: es poco digna de ser respetada, vana, los alquimistas no gozan de consideración ni de prestigio, pero sus obras, en general, no se hallan en el Índice; es más, la Iglesia en Trento no condenó a la alquimia salvo cuando intervino en el fraude de ofrecer oro falso. La mala fama de la alquimia y de los alquimistas se debía, principalmente, a su carácter ocultista, a su alejamiento de las formas de actuar de la ciencia académica y a la utilización de sistemas de comunicación poco habituales a la hora de difundir los textos de esta disciplina.
Alonso del Castillo Solórzano (1584-1648) fue un narrador ingenioso que escribió numerosas obras de todo género: sátiras, cuentos, comedias, novelas, etc. En La garduña de Sevilla, y anzuelo de las bolsas (1642) podemos leer unos versos en los que se da cuenta de la “ligereza de colodrillo” de los ”alquimistas mentecatos”, de los materiales que utilizan los alquimistas y las nefastas consecuencias que para sus haciendas tiene el hecho de andar buscando la transmutación.
Francisco de Quevedo es mucho más corrosivo con la alquimia y sus practicantes. Reproduzco un pequeño fragmento del Libro de todas las cosas y otras muchas más con la Aguja de navegar cultos en el que se burla de la profesión y del lenguaje críptico que muchos utilizaban:
“Y si quisieras ser autor de libro de Alquimia, haz lo que han hecho todos, que es fácil, escribiendo jerigonza: "Recibe el rubio y mátale, y resucítale en el negro. ltem, tras el rubio toma a lo de abajo y súbelo, y baja lo de arriba, y júntalos, y tendrás lo de arriba'. Y para que veas si tiene dificultad el hacer la piedra filosofal, advierte que lo primero que has de hacer es tomar el sol, y esto es dificultoso por estar tan lejos. Hazte mercader, y harás oro de la seda; y tendero, y harásle del hilo, agujas, y aceite y vinagre; librero, y harás oro de papel; ropero, del paño; zapatero, del cuero y suelas; pastelero, del pan; médico, de las cámaras harás oro y de la inmundicia; y barbero, y lo harás de la sangre y pelos, y es cierto, que solos los oficiales hacen hoy oro y son alquimistas, porque los demás antes lo deshacen y gastan”.

1 comentario:

  1. Buen artículo, conoces sobre alquimistas españoles que existieron durante el reinado de Felipe II?

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