Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

29 septiembre, 2011

Fernán Pérez de Oliva y la navegación del Guadalquivir

Fernán Pérez de Oliva (1494-1533) es una personalidad poco conocida del siglo XVI español, un hombre que, como los intelectuales de su siglo, orientaba su actividad hacia el mundo de la cultura, sin diferenciación entre las ciencias y las letras.
Fue educado por su padre primero y por los profesores de la Universidad de Salamanca, de la Complutense y de la Sorbona después. En la ciudad francesa tuvo como maestro a Juan Martínez Silíceo (1477-1557), el que fuera matemático y cardenal. Volvió a su Córdoba natal en 1524 y dos años más tarde fue a Salamanca a ejercer como sustituto del Maestro Margallo y de Silíceo.

23 septiembre, 2011

Las científicas Barnés González: un modelo

No es demasiado difícil encontrar conjuntos familiares en los que algunos miembros se dedican a la misma actividad intelectual. Es un poco más arduo encontrar una saga con personas que hayan realizado una actividad científica relevante, pero se hace casi imposible hallar una familia en la que casi todas sus mujeres se dedicaron con éxito a la actividad intelectual... ¡en el primer tercio del siglo XX!
Francisco Barnés Salinas (1877-1947) fue un catedrático de Historia de Instituto que obtuvo el escaño de diputado en 1931 y fue ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes en 1993, con el gobierno de Manuel Azaña, y después, en 1936 en el de Santiago Casares Quiroga primero y José Giral, después. Francisco casó con Dorotea González y tuvieron tres hijos y cuatro hijas: Dorotea, la mayor, nació en Pamplona en 1904, pero su padre se trasladó al Instituto de Ávila y en la población castellana nacieron Adela (1908) y Ángela (1912), la única que no se dedicó a la ciencia. Petra nació en Madrid (1910).
Dorotea Barnés estudió Ciencias Químicas en la Universidad Central de Madrid. En 1929, sin terminar la carrera, marcha a los Estados Unidos con una beca del Smith College de Northampton, en Massachussets, y una ayuda de la JAE.  Allí realizó algunos estudios de química con Mary Louise Foster —la que fuera directora, durante sus dos primeros años de funcionamiento, del laboratorio de Química de la Residencia de Señoritas— y de análisis espectral con Gladis Anslow (1892-1969), una física destacada en esa especialidad. Estas tres mujeres, Foster, Anslow y Barnés, publicaron en 1930 un trabajo sobre las algunas características químicas y el espectro de absorción de la cistina en una de las revistas científicas de bioquímica de mayor prestigio internacional, antes y ahora: The Journal of Biological Chemistry. Con este trabajo obtuvo el Master Degree of Science del Smith College. El curso siguiente nuestra científica obtuvo una beca para trabajar en química en la Universidad de Yale, en Connecticut.
Obtiene el grado de Licenciado en 1931, con Premio extraordinario y poco después alcanza el de Doctora. En ese mismo año empieza sus investigaciones en la Sección de Espectroscopía del Instituto Nacional de Física y Química, sección que dirigía Miguel Catalán Sañudo (1894-1957). Después, continuó trabajando como becaria en espectroscopía y obtuvo la cátedra de Física y Química del Instituto Lope de Vega de Madrid.
La Guerra Civil hizo que se exiliara, aunque el matrimonio ya le había alejado de su labor investigadora: “a mí me retiró de la ciencia mi marido”, declaró en 1996.
Su hermana Adela estudió la carrera de Químicas, licenciándose en 1932 en la Universidad Central de Madrid con Premio Extraordinario.
Desde 1931 y hasta 1936 trabajó con Enrique Moles (1883-1953) en el Instituto Nacional de Física y Química. En esta época ejerció como profesora ayudante en la cátedra de Química Inorgánica que Moles desempeñaba en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid.
Estaba en un congreso en París cuando empezó la Guerra Civil y no volvió a España. Se exilió a Méjico, donde trabajó de ayudante de Química Orgánica y Análisis Químico con José Giral (1879-1962), suegro de su hermana Petra, en la Escuela de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional, donde se jubiló.
La tercera de las hermanas científicas, Petra, estudió Farmacia en la Universidad madrileña, donde se licenció en 1933 con Premio Extraordinario. Al finalizar los estudios su padre no la dejó (tampoco a la menor de las hermanas, Ángela) que realizara los cursos de capacitación para ser profesoras de Instituto. Investigó con Antonio Medinabeitia (1890-1974) en la Universidad Central y en el Rockefeller.
En cualquier caso, Petra emparentó con una familia de científicos y políticos, los Giral; con Francisco Giral González (1911-2002) se casó en 1932.  Después de la Guerra Civil el matrimonio se  exilió a Méjico y los esposos Giral trabajaron en el Centro Politécnico Nacional. Allí descubrieron juntos la fórmula de la giralgenina .
Petra trabajó, hasta su jubilación, en diversos laboratorios y falleció en 1992.

15 septiembre, 2011

Pedro de Cieza de León: un magnífico relato de Ecología del Nuevo Mundo (y II)


“Pues tornando a esta provincia de Santiago de Puerto Viejo, digo que los indios desta tierra no viven mucho. Y para hacer esta experiencia en los españoles, hay tan pocos viejos hasta agora, que más se han apocado con las guerras que no con enfermedades. De esta línea hasta la parte del polo Artico está el trópico de Cáncer cuatrocientas y veinte leguas della, en veinte y tres grados y medio, donde el sol llega a los 11 de junio y nunca pasa dél; porque desde allí da la vuelta hacia la misma línea equinocial, y vuelve a ella a 13 de setiembre, y por el consiguiente, desciende hasta el trópico de Capricornio otras cuatrocientas y veinte leguas, y está en los mismos veinte y tres grados y medio. Por manera que hay distancia de ochocientas y cuarenta leguas de trópico a trópico. A esto llamaron los antiguos la tórrida zona, que quiere decir tierra tostada o quemada, porque el sol en todo el año se mueve encima della.
Los naturales desta tierra son de mediano cuerpo, y tienen y poseen fertilísima tierra, porque se da gran cantidad de maíz y yuca y ajes o batatas, y otras muchas maneras de raíces provechosas para la sustentación de los hombres. Y también hay gran cantidad de guayabas muy buenas, de dos o tres maneras, y guabas y aguacates y tunas de dos suertes, las unas blancas y de tan singular sabor, que se tiene por fruta gustosa; caimitos y otra fruta que llaman cerecillas. Hay también gran cantidad de melones de los de España y de los de la tierra, y se dan por todas partes muchas legumbres y habas, y hay muchos árboles de naranjos y limas y no poca cantidad de plátanos, y se crían en algunas partes singulares piñas [La enumeración de Cieza es tan precisa que le lleva a informar de la existencia de dos o tres variedades de guayabas y otras tantas de tunas]; y de los puercos que solía haber en la tierra hay gran cantidad, que tenían (como conté hablando del puerco de Urabá) el ombligo junto a los lomos, lo cual no es sino alguna cosa que allí les nace, y como por la parte de abajo no se halla ombligo, dijeron serlo lo que está arriba [Se trata de un Tayassúido, conocido con el nombre de pecarí y que los zoólogos denominan Tayassu taiacu.  Aunque ya Gonzalo Fernández de Oviedo habla de que este animal posee el ombligo en medio del espinazo, el primero que intuye que no es el ombligo sino “alguna cosa que allí les nace” es Cieza. Se trata, en efecto de una glándula odorífera que, en estos animales, tiene una situación dorsal.] y la carne destos es muy sabrosa. También hay de los puercos de la casta de España y muchos venados de la más singular carne y sabrosa que hay en la mayor parte del Perú. Perdices se crían no pocas manadas dellas, y tórtolas, palomas, pavas, faisanes y otro gran número de aves, entre las cuales hay una que llaman xuta, que será del tamaño de un gran pato; a ésta crían los indios en sus casas, y son domésticas y buenas para comer. También hay otra que tiene por nombre maca, que es poco menor que un gallo, y es linda cosa ver las colores que tienen y cuán vivas [La xuta y el maca de los que habla Cieza son la juta y el macá, que son respectivamente una variedad de ganso doméstico y una Colimbiforme que científicamente se denomina Podilymbus podiceps]; el pico destas es algo grueso y mayor que un dedo, y partido en dos perfectísimas colores, amarilla y colorada. Por los montes se ven algunas zorras y osos, leoncillos pequeños y algunos tigres y culebras; pero, en fin, estos animales antes huyen del hombre que no le acometen. Otros algunos habrá de que yo no tengo noticia. Y también hay otras aves nocturnas y de rapiña, así por la costa como por tierra dentro, y algunos cóndores y otras aves llamadas gallinazas hediondas, o por otro nombre auras [El aura es el buitre de cuello rojo, Cathartes aura; pertenece al orden de las Falconiformes, lo mismo que el recién nombrado cóndor, Vultur gryphus]. En las quebradas y montes hay grandes espesuras, florestas y árboles de muchas maneras, provechosos para hacer casas y otras cosas; en lo interior de algunos dellos crían abejas, que hacen en la concavidad de los árboles panales de miel singular. Tienen estos indios muchas pesquerías, a donde matan pescado en cantidad; entre ellos se toman unos que llaman bonitos, que es mala naturaleza de pescado, porque causa a quien lo come calenturas y otros males.Y aun en la mayor parte desta costa se crían en los hombres unas verrugas bermejas del grandor de nueces, y les nascen en la frente y en las narices y en otras partes; que, demás de ser mal grave, es mayor la fealdad que hace en los rostros, y créese que de comer algún pescado procede este mal. Como quiera que sea, reliquias son de aquella costa, y sin los naturales, ha habido muchos españoles que han tenido estas verrugas [Parece que la enfermedad mortal a la que se refiere el cronista es la uta. Esta enfermedad está producida por el protozoo Leishmania tropica].

08 septiembre, 2011

Pedro de Cieza de León: un magnífico relato de Ecología del Nuevo Mundo (I)


En la importante obra de Pedro de Cieza de León, La crónica del Perú (1553), abundan la referencias ecológicas pero es en el capítulo XLVI de la misma donde hace un relato espléndido de un ecosistema; entremezcla datos geográficos, etnográficos, antropológicos, botánicos, zoológicos, relaciones interespecíficas, etc. Primeramente sitúa la región que va a describir de manera global, encuentra concordancia entre la benignidad del clima y la variedad de formas naturales, ubica exactamente la provincia de Puerto Viejo, refiere los vegetales de la comarca, las especies zoológicas y las relaciones entre las diferentes especies.
“El primer puerto de la tierra del Perú es el de Pasaos, y dél y del río de Santiago comenzó la gobernación del marqués don Francisco Pizarro, porque lo que queda atrás hacia la parte del norte cae en los términos de la provincia del río de San Juan; y así, se puede decir que entra en los límites de la ciudad de Santiago de Puerto Viejo, donde, por ser esta tierra tan vecina a la equinocial, se cree que son en alguna manera los naturales no muy sanos.
En lo tocante a la línea, algunos de los cosmógrafos antiguos variaron, y erraron en afirmar que por ser cálida no se podía habitar. Y porque esto es claro y manifiesto a todos los que habemos visto la fertilidad de la tierra y abundancia de las cosas para la sustentación de los hombres pertenecientes, y porque desta línea equinocial se toca en algunas partes de esta historia, por tanto daré aquí razón de lo que della tengo entendido de hombres peritos en la cosmografía; lo cual es que la línea equinocial es una vara o círculo imaginado por medio del mundo, de levante en poniente, en igual apartamiento de los polos del mundo. Dícese equinocial porque pasando el sol por ella hace equinocio, que quiere decir igualdad del día y de la noche. Esto es dos veces en el año, que son a 11 de marzo y 13 de setiembre. Y es de saber que (como dicho tengo) fue opinión de algunos autores antiguos que debajo desta línea equinocial era inhabitable; lo cual creyeron porque, como allí envía el sol sus rayos derechamente a la tierra, habría tan excesivo calor, que no se podría habitar. Desta opinión fueron Virgilio y Ovidio y otros singulares varones. Otros tuvieron que alguna parte sería habitada, siguiendo a Ptolomeo, que dice: “No conviene que pensemos que la tórrida zona totalmente sea inhabitada.” Otros tuvieron que allí no solamente era templada y sin demasiado calor, mas aun templadísima. Y esto afirma San Isidoro en el primero de las Etimologías, donde dice que el paraíso terrenal es en el oriente, debajo de la línea equinocial, templadísimo y amenísimo lugar. La experiencia agora nos muestra que, no sólo debajo de la equinocial, mas toda la tórrida zona, que es de un trópico a otro, es habitada, rica y viciosa, por razón de ser todo el año los días y noches casi iguales. De manera que el frescor de la noche templa el calor del día, y así continuo tiene la tierra sazón para producir y criar los frutos. Esto es lo que de su propio natural tiene, puesto que accidentalmente en algunas partes hace diferencia”.

01 septiembre, 2011

"La evolución", un libro clave de la biología española

Miguel Crusafont Pairó (1910-1983) nació la ciudad barcelonesa de Sabadell. Se había licenciado en Farmacia (1933), pero desde muy joven sintió un gran interés por la paleontología y hacía excursiones buscando los fósiles de mamíferos del Mioceno que se encontraban próximos a su localidad natal. De hecho, su formación académica fue completada después de la Guerra Civil con la licenciatura (1948) y el doctorado (1950) en Ciencias Naturales.
Crusafont fue uno de los primeros científicos españoles que explicaron la teoría de la evolución. Sobre este último asunto realizó un importante trabajo de divulgación que expuso en numerosas conferencias, cursillos y libros. Así, sus numerosos artículos al respecto culminaron en un libro de más de 1000 páginas escrito en colaboración con Bermudo Meléndez y Emiliano Aguirre: La Evolución, que apareció en 1966, que tuvo una segunda edición en 1974 y que ha sido, en España, punto de referencia sobre dicho asunto. En este sentido, Crusafont estuvo muy influido por el pensamiento cosmológico de Teilhard de Chardin (1881-1955), de forma que fue el primer español que escribió sobre el ideario del jesuita francés.
El ferrolano Emiliano Aguirre Enríquez (1925), además de haber estudiado  Humanidades y Filosofía en la Facultad Eclesiástica de Alcalá (1944-1950), se licenció en Ciencias Naturales por la Universidad de Madrid (1955), doctorándose en Ciencias Biológicas (1966) en la misma Universidad; también es licenciado en Teología por la Universidad de Granada (1959). Fue uno de los iniciadores de los estudios en los yacimientos pleistocenos de la Sierra de Atapuerca, de cuyas excavaciones fue director hasta su jubilación.
Por último, Bermudo Meléndez y Meléndez (1912-1999) nació en Palencia y fue una de las figuras más destacadas de la paleontología española de la posguerra y el autor español más importante de textos de esta disciplina científica.
A instancias de su padre inició estudios de Ingeniería, pero su verdadera vocación se encontraba en la naturaleza. Así, cursó la licenciatura en Ciencias Naturales en la Universidad Central de Madrid y en ella hizo su Trabajo de Grado de Licenciado con una investigación que sería el punto de partida de su labor paleontológica: “Filogenia de los vertebrados en los tiempos geológicos”, con la que obtuvo el Premio Extraordinario (1936) . En esta Facultad también realizó el doctorado bajo la dirección de Eduardo Hernández Pacheco (1872-1965); su tesis versó sobre “El Cámbrico en España” (1942) y por ella obtuvo El Premio Extraordinario del Doctorado.
La evolución es un texto en el que participan muchos científicos, algunos de ellos eran piezas fundamentales de la ciencia española. En ella, además de los tres coordinadores, intervinieron Rafael y Salustio Alvarado, Francisco Bernis, Enrique Gadea, Eusebio Colomer, Juan Comas, Ramón Margalef, Antonio Prevosti, Rof Carballo, Vicente Villar Palasí y otros.