Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

13 septiembre, 2015

Isabel Sendales, protagonista de la historia

Es conocido que la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna tuvo como razón de ser la de frenar la situación sanitaria que había generado la viruela en todos los territorios hispánicos. 
El naturalista y médico Francisco Xavier Balmis Berenguer (1753-1819) fue el director de la Expedición, acaecida desde el inicio de 1804 hasta 1806, que se convirtió en el más importante episodio de política sanitaria realizado por la Corona española en el siglo XIX y la primera expedición sanitaria de la historia.

 En sólo ocho meses, desde que la empresa se ideó,  se puso en marcha la Expedición que, impulsada por Carlos IV,  se convirtió en una vuelta al mundo científica y sanitaria: desde La Coruña , Canarias, el Caribe, Venezuela, Cuba, Guatemala, Nueva España, Filipinas y regreso a España por la ruta africana.
Partida de la corbeta María Pita
Pero la vacuna había que “transportarla” en niños: en el viaje se les hicieron las vacunaciones de brazo de niño  a brazo de niño con el fin de mantener el virus, porque no había otra forma de transportar la vacuna sin que perdiera su capacidad profiláctica. Sólo se podían utilizar los niños que tuvieran entre 8 y 10 años, estuvieran sanos y no hubieran padecido viruelas.
Una persona no muy conocida de la que fue la Expedición Filantrópica de la Vacuna es Isabel Sendales y Gómez, la que fue rectora de la Casa de Expósitos de La Coruña. Es cierto que si buscamos en internet aparece con frecuencia el nombre de Isabel Zendal, sin embargo, en la mayor parte de los documentos aparece con el nombre de Sendales.
Isabel Sendales  fue la única mujer que formó parte de la Expedición y a su cuidado estaban todos los niños que intervinieron en la misma.  Lo que sí parece claro es que fue la primera  expedición científica y sanitaria españolas en la que participó una mujer. También hay que recordar que su hijo, Benito Vélez, fue a la Expedición.
 Lo más probable es que Isabel interviniera en la empresa porque fuera elegida por Balmis, de la misma forma que la elección de los niños también dependía exclusivamente de este médico alicantino. Y es que La incorporación de la Rectora se decide al final, cuando los miembros de la Expedición se hallan en La Coruña. Dado que Balmis está en la ciudad gallega intentando encontrar los niños, no parece raro que fuera a la Casa de Expósitos y eligiera a su rectora: Isabel.
Mucho se ha especulado sobre las características de Sendales. Su hijo era adoptado y ella era, probablemente, viuda. Las dos grandes obras de beneficencia de la Galicia de la época eran el Hospital Real de Santiago de Compostela (fundado por los Reyes Católicos) y  el Hospital de Caridad de La Coruña, de donde dependía la Casa de Expósitos, obras éstas creadas con los bienes de Teresa Herrera.
El presidente del Hospital de Caridad de La Coruña era Ignacio Carrillo y Niebla, Inquisidor  honorario de La Coruña, y parece poco probable que, si como se ha escrito, Sendales era madre soltera, en la España de la época hubiera tenido algún puesto de relevancia que dirigir. Además, si esto fuera así, creo imposible que se escribiera, como veremos a continuación, que Isabel era “mujer de probidad”. Además, la rectora de esta institución debía encargarse dela limpieza de las habitaciones y del aseo personal y ropa de los niños; también  las enfermeras o mozas de sala debían acreditar ante el Director sus buenas costumbres, no tener 40 años, ser de constitución robusta y preferentemente ser solteras o viudas.
La función de Isabel era fundamental: debía “inculcar confianza y repartir cariño maternal entre los infantes”. Para tal labor se la nombró el 14 de octubre de 1803:
 “… permite SM que la Rectora de la Casa de Expósitos de esa Ciudad sea comprehendida en la misma expedición en la clase en Enfermera con el sueldo y ayuda de costa señalada a los Enfermeros; para que cuide durante la navegación de la asistencia y aseo de los Niños, que hayan de embarcarse, y cese la repugnancia que se experimenta en algunos Padres de fiar sus hijos al cuidado de aquellos sin el alivio de una Mujer de probidad...”
De la labor realizada por Isabel da cuenta el propio Balmis: “La miserable Rectora que con el excesivo trabajo y rigor de los diferentes climas que hemos recorrido, perdió enteramente su salud, infatigable noche y día ha derramado todas las ternuras de la más sensible Madre sobre los 26 angelitos que tiene a su cuidado, del mismo modo que lo hizo desde La Coruña y en todos los viajes y los ha asistido enteramente en sus continuadas enfermedades”.
Evolución de los granos de viruela
Isabel fue, necesariamente, fundamental en la Expedición: a su cuidado estaban unos niños, fuera de su ambiente, sujetos a mareos, infecciones, accidentes, cambios de clima, etc. y a su cuidado estaba controlar el posible contagio entre los niños, que éstos no se tocaran las pústulas etc. 
Estuvo en Filipinas hasta que volvió a Nueva España, y se quedó a vivir en la  segunda ciudad que se fundó en ese virreinato: Puebla de los Ángeles.
 ¡Bendita sea su memoria!

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