Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

18 enero, 2017

Maizales abulenses y otras historias del maíz

El maíz es uno de los vegetales, junto a la patata, que ha constituido un símbolo de lo que representó la utilización de “nuevas especies” por los conquistadores de las Indias. Al trigo del Viejo Continente y al arroz Oriental se le sumaba, como consecuencia del Descubrimiento, el maíz americano.

Los productos naturales que despertaron mayor expectación de los cronistas fueron los que constituían parte de la dieta de los indios americanos. Y estos eran, sin lugar a dudas, el maíz (Zea mays), la yuca (Manihot esculenta) y los ajes o ages (Ipomea batatas).
La comparación de las gramíneas conocidas con el maíz debió causar asombro a los descubridores ya que el mismo Colón trajo a España mazorcas de la planta como modelo de la riqueza botánica de los nuevos territorios. Y así, cuando los españoles desembarcaron en el territorio americano comprobaron que los antillanos cultivaban maíz. Y esto lo fueron corroborando a medida que penetraron en el continente, de manera que el maíz era uno de los alimentos básicos de todos los territorios de ese fantástico espacio, desde el norte hasta el sur, con la excepción de los naturales de algunas comarcas de actual Brasil, que se alimentaban de yuca.
Los indios de los territorios suramericanos utilizaban el maíz como elemento esencial de la alimentación, ya tostado, como pan, “tascalpachón”, en tortas y rosquillas y en la bebida que hacían fermentando la semilla con azúcar y miel, la “chicha”.
En poco tiempo la planta llamó la atención a los cronistas y curiosos, tanto españoles como del resto de Europa, que visitaron las tierras de allende el Atlántico.
Además, el maíz es una planta de fácil aclimatación, de manera que muy pronto se desarrollaron maizales en ciudades como Ávila, tan ajenas del clima natural de la especie. Así, el naturalista madrileño Gonzalo Fernández de Oviedo, nos cuenta que había visto, en 1530, un lozano maizal en Ávila: “Mas, para comprobar la necesidad que el maíz tiene de estar puesto en tierra húmeda, o donde el agua le sea propicia, digo que, estando en Ávila la Majestad de la emperatriz nuestra señora, a la sazón que el emperador nuestro señor estaba en Alemania, vi en aquella ciudad, que es una de las más frías de España, dentro de una casa, un buen pedazo de maizal de diez palmos de alto las cañas, e algo más e menos, e tan gruesas e verdes e hermosas, como se puede ver en estas partes donde mejor se pueda hacer; y allí, a par, tenía una anoria de que cada día le regaban.”. 
Por otra parte, el médico y botánico malinés Rembert Dodoens (1517-1585) publicó un librito en 1552 en el que informaba de que el maíz se cultivaba en Alemania, Francia y Brabante. 
En cualquier caso, la planta tuvo en un principio una finalidad más ornamental que gastronómica. Por eso, al naturalista y “médico de la Casa Real de su Majestad” Francisco Hernández (1515-1587) le llama la atención que “los españoles, imitadores diligentísimos de lo extranjero y que tan bien saben aprovechar los bienes ajenos, no han adaptado todavía a sus usos ni han llevado a sus tierras y cultivado este género de grano, que usado convenientemente es sobremanera saludable tanto para los sanos como para los enfermos, de fácil cultivo... y mediante el cual podrían tal vez librarse del hambre y de los innumerables males que de ella se derivan”.
Sin embargo, una de las noticias más interesantes sobre el maíz nos la da el extremeño Pedro de Cieza de León (1520-1554),  el autor de la Crónica del Perú (1553); se refiere a la utilización de “abonos” con el fin de conseguir una buena plantación: “...pero el maíz por ninguna forma ni vía podría nacer ni mortificarse el grano si con cada uno no echasen una o dos cabezas de sardinas de las que toman con sus redes en el mar; y así, al sembrar, las ponen y juntan con el maíz en el propio hoyo que hacen para echar los granos, y desta manera nace y se da en abundancia”.
Algo debe tener e agua cuando la bendicen, dice un dicho popular, y algo debe tener el maíz cuando en el mundo se cultivan casi 1000 millones de toneladas anuales. A fin de cuentas, los indígenas denominaban a esta especie vegetal mahís, que quiere decir "lo que mantiene la vida".

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