Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

10 marzo, 2017

Echegaray, un hombre polifacético

Don José Echegaray Eizaguirre (1832-1916) fue una personalidad polifacética, como muchos hombres cuya vida ha sido forjada en saberes diversos. El caso es que Echegaray fue muchas cosas y, quizá, el lado más vital de su personalidad fue el matemático. Bien es cierto que en todas sus actividades intelectuales fue reconocido en su tiempo, en las ciencias y en las letras… y en la política.

José Echegaray fue un hombre brillante, fruto de una perfecta armonía entre inteligencia y trabajo. Su padre era de Zaragoza, su madre de Azcoitia (Guipúzcoa). El cabeza de familia era un médico que tenía una posición económica no demasiado boyante, lo que hizo que se trasladara a Murcia para ejercer la docencia de Botánica y Agricultura en un centro de Enseñanza Media. En la ciudad huertana estudió el Bachillerato, que terminó con las mejores calificaciones en 1846. A los 20 años, en Madrid, concluyó la carrera de ingeniero de caminos.
Desde 1852 Echegaray se incorporó al Cuerpo de Ingenieros de Caminos e inicialmente ejerció en Almería. En 1855 ingresó en la Escuela de Caminos de Madrid como profesor de Estereotomía (corte de piedras, metales y maderas) y, con el tiempo, llegó a explicar Hidráulica, Cálculos diferencial e integral y Mecánica racional aplicada.
En 1857 compaginaba su trabajo de ingeniero en la capital con el de profesor en la Escuela Especial de Ingenieros de Caminos, pero motivos económicos hicieron que abriera una academia para explicar matemáticas. Tuvo que abandonar esta última ocupación porque una orden ministerial declaró incompatibles el ejercicio simultáneo de la enseñanza pública y privada. Don José se convirtió, muy pronto, en escritor de matemáticas: en 1858 publicó Cálculo de Variaciones y en 1865 unas colecciones de problemas de geometría plana y de geometría analítica.
En poco tiempo fue ganando prestigio. En 1865 fue elegido académico y desde entonces, la vida intelectual de Echegaray estuvo muy ligada a la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Echegaray hace entonces una labor matemática, si no original, sí de un auténtico introductor en España de las ideas matemáticas que circulan por las universidades europeas. 
La faceta política de Echegaray se inicia en 1868, el año de “la Gloriosa”. Manuel Ruiz Zorrilla, a la sazón Ministro de Fomento en el gobierno que preside Francisco Serrano, le nombra director de Obras Públicas, Agricultura, Industria y Comercio. En el bienio 1870-71 le fue asignada la cartera de Fomento, primero con Juan Prim y después con Topete. En 1872 volvió a ocupar ese ministerio siendo presidente Ruiz Zorrilla; en 1873 fue Ministro de Hacienda con Estanislao Figueras (Primera República); repitió con Serrano, en 1874, con la misma cartera; finalmente, volvió a ocupar ese Ministerio en 1905, con Montero Ríos.
En 1874 aprobó un decreto de 19 de marzo por el que el Banco de España tenía el monopolio de la emisión de billetes.
Poco después, en los sucesos previos a la Restauración, huyó a Francia. Aunque no abandonará la política, los meses de emigrado le hicieron descubrir en el teatro una segunda vocación. El caso es que en Francia escribe El libro talonario, una comedia que fue representada por vez primera en el Teatro Apolo en febrero de 1874.  Es el principio de una larga carrera de dramaturgo, 66 obras de un teatro “grandilocuente”, como se le ha denominado, dirigido a un público que desea encontrar en los escenarios una “escuela de buenas maneras”. En el puño de la espada (1875), O locura o santidad (1877), El gran Galeoto (1882), La mala raza (1886), La duda (1898), fueron algunas de las obras del autor madrileño que obtuvieron un éxito clamoroso. En 1884 ingresa en la Academia Española.
Pero el polifacético Echegaray no se limita a escribir dramas, también escribe en la Revista de los Progresos de las Ciencias artículos matemáticos, imparte cursos en la Escuela de Estudios Superiores del Ateneo de Madrid y escribe muchos trabajos de divulgación científica.
En 1905 los ingenieros de caminos, canales y puertos editaron, como homenaje a su compañero de estudios (ya había recibido el Premio Nobel), un libro titulado Ciencia popular, que pretendía difundir la labor divulgativa del dramaturgo. 
1904 fue un año significativo en la vida de Echegaray: recibió al alimón, con Federico Mistral, el Premio Nobel de Literatura. Y le fue concedido, según la Academia sueca, “por su obra genial y copiosa, en la que ha revivido de una manera independiente y original las grandes tradiciones del teatro español”. 
En fin, don José Echegaray Eizaguirre fue una inteligencia excepcional que dedicó su vida a la política y a la cultura, de ciencias y de letras.

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