Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

10 abril, 2017

Landerer, un hombre que dedicó su ocio a la ciencia

Vivimos en la sociedad del ocio. Nunca ha existido en la historia europea tanto tiempo para realizar tareas diferentes a las del trabajo remunerado. La conclusión de este hecho es que el tiempo de ocio puede ocuparse en asuntos muy diferentes: estudio, lectura, ayuda a los demás, deporte, televisión, dormir... Sin embargo, también se puede dedicar a la ciencia.
A lo largo de la historia ha habido personas que, gracias a unas economías muy saneadas, ocuparon su tiempo en el estudio e investigación científicas. Uno de los ejemplos paradigmáticos de esto fue Alejandro de Humboldt (1769-1859), el más importante naturalista antes de Darwin, que fue botánico, zoólogo, astrónomo, geógrafo, humanista, explorador, etc. 
En España, en 1841 nacía en Valencia José Joaquín Landerer y Climent, un hombre que dedicó su ocio a la ciencia.
De padre suizo y madre valenciana fue una personalidad autodidacta, algo infrecuente en los ámbitos científicos. En la Universidad de Valencia logró el grado de Bachiller en Ciencias y al casarse, en 1867, con Dolores de Córdoba, hija de un terrateniente, tuvo el dinero suficiente para dedicarse a sus gustos intelectuales. Desde muy pronto sus aficiones se dirigieron hacia los campos astronómicos, geológicos, paleontológicos y meteorológicos.
Así, frecuenta en París los ambientes del naturalista Gustave Frédéric Dollfus (1850-1931), de los astrónomos Camille Flammarion (1842-1925) y Pierre Jules Cesar Janssen (1824-1907), descubridor del helio, etc. En España se relaciona con otros científicos de la misma orientación intelectual: con Juan Vilanova y Piera, catedrático de Geología y Paleontología de la Universidad de Madrid, José Comas Solà, director del Observatorio Astronómico Fabra de Barcelona, Ignacio Tarazona, catedrático de Cosmografía y Física del Globo en las Universidades de Barcelona y Valencia, con los directores de observatorios astronómicos españoles: Tomás de Azcárate, León Herrero, el jesuita Ricardo Cirera, etc. 
A lo largo de su vida realizó numerosas actividades dentro del ámbito científico. Así, muy pronto, en 1876 crea en Tortosa un Laboratorio y Gabinete Geológico con el fin de dar a conocer a los agricultores informaciones geológicas y químicas de interés en agronomía; realiza observaciones meteorológicas, astronómicas y geofísicas; hace estudios astronómicos sobre los satélites y las manchas de Júpiter, sobre el planeta Venus, sobre el Sol, la Luna, sobre los cuatro eclipses totales que durante tu vida hubo en España (1860, 1900, 1905 y 1912), etc.
Además, el valenciano fue un gran divulgador científico que impartió un gran número de conferencias en los más diversos centros y escribió casi dos centenares de artículos en importantes revistas de la época, algunas científicas como los Anales de la Sociedad Española de Historia Natural o los Comptes rendus de l'Académie des Sciences de París. También escribió libros entre los que destaca los Principios de Geología y Paleontología, (1878,1907 y 1919).
En 1900, siendo regente la reina María Cristina, se le concedió la Gran Cruz de la Orden del Mérito Naval con distintivo blanco y el tratamiento de excelencia por sus estudios astronómicos; el año siguiente la Sociedad Astronómica de Francia le concedió el Premio Janssen por sus conocimientos astronómicos.
Falleció en Tortosa en 1922.

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