Soldado del espíritu, el investigador defiende a su patria con el microscopio, la balanza, la retorta o el telescopio (Santiago Ramón y Cajal)

10 junio, 2017

Las primeras revistas científicas españolas

Desde hace mucho tiempo, al menos desde el siglo XVII, cuando un científico quiere dejar constancia de sus descubrimientos y aportaciones a la ciencia lo hace escribiendo un artículo en una revista que podrá ser leída por el mundo científico y, consecuentemente, su trabajo será sometido a discusión y juicio de otros. Esta es la principal forma de validar o refutar el trabajo intelectual de las personas que realizan investigaciones científicas.

En 1665 aparece en Londres Philosophical Transactions of the Royal Society, revista que, publicada por la Royal Society, fue la primera del mundo dedicada sólo a la ciencia. En 1682, en Leipzig, ve la luz por primera vez una revista científica alemana, el Acta Eruditorum, donde se publicaron artículos de diferentes materias, científicas o no, medicina, matemáticas, física, derecho, historia, geografía, teología... En el primer número ya se pueden leer artículos de científicos de la talla de Leeuwenhoek, Leibniz y Bernoulli. 
En España las primeras revistas científicas empezaron a editarse un siglo más tarde.  La primera aparece en Sevilla, a partir de 1766: son la Memorias académicas de la Real Sociedad de Medicina y demás Ciencias de Sevilla y era la publicación de la Regia Sociedad de Medicina. 
Louis Proust
La segunda son los Anales del Real Laboratorio de Química de Segovia. Esta revista, de la que sólo salieron dos volúmenes (1791 y 1795), estaba dirigida por el importante científico francés afincado en España Joseph Louis Proust (1754-1826), que además fue el autor más prolífico de la misma. Proust enseñó, desde 1785 hasta 1799, Química y Metalurgia en el Real Colegio de Artillería de Segovia, en el Alcázar segoviano y la revista era la publicación del laboratorio de la institución.
En 1799 aparecen los Anales de Historia Natural y el primer número tiene un prólogo firmado por H.P.F.C., que no son más que las iniciales de los cuatro científicos a cargo de la edición y que publicaban un artículo en la revista: el geólogo alemán Christian Herrgen (1765-1816), el químico ya citado Proust, el también químico Domingo [García] Fernández (1759-1829) y el botánico Antonio José Cavanilles y Palop (1745-1804). En el mismo se escribía que “Deseando el Rey, a exemplo de otras naciones cultas, se publique en sus estados un Periódico, que no solo presente a los nacionales los descubrimientos hechos y que vayan haciendo los extranjeros, sino también los que sucesivamente se hacen en España en la Mineralogía, Química, Botánica y otros ramos de Historia natural, ha resuelto S. M. confiar a D. Christiano Herrgen, D. Luis Proust, D. Domingo Fernandez y D. Antonio Josef Cavanilles la redacción de esta importante obra, que se imprimirá en su Real imprenta baxo el nombre de Anales de Historia natural."  A partir del número 7 la revista se denominó Anales de Ciencias Naturales
Finalmente, también a finales del siglo XVIII, apareció una revista que llevaba el curioso nombre de Semanario de Agricultura y Artes, dirigido a los Párrocos. Apareció en Madrid entre 1797 y 1808. Inicialmente fue editada por el clérigo y culto Juan Antonio Melón (1758-1843), que posteriormente fue sustituido por científicos de la valía de Francisco Antonio Zea (1766-1822), por los hermanos Claudio (1774 -1842) y Esteban Boutelou (1776-181) y Simón de Rojas Clemente (1777-1827). 
En la introducción del primer número se leía que se deseaba “instruir al pueblo, por medio de los maestros de la moral, en las labores del campo, economía rustica, artes y oficios necesarios a la vida, que han adquirido mucha perfección en otras naciones, de cuya industria hemos dependido: y ve aquí la causa de haber mandado S. M. formar el prospecto de un Semanario de agricultura y artes, dirigido a los párrocos, que de su Real orden comunicó a los Prelados Eclesiásticos el Excelentísimo Señor Príncipe de la Paz en la siguiente carta, que merece transmitirse a la posteridad por la dignidad, madurez y sólidos principios, con que les hizo saber las intenciones del mejor de los Soberanos”.
En esta revista se pudieron leer artículos de diferente especie, sobre agricultura principalmente, pero también de medicina animal y humana o de otra índole, como la referida a la fabricación de quesos.

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